Durante las tres últimas décadas no han aumentado los niveles de polen. Sin embargo, el número de personas alérgicas se ha incrementado de forma exponencial. Entre los factores que parecen explicar este aumento de casos existen varias hipótesis:
Higiene: La limpieza e higiene se relaciona con la disminución del contacto con microorganismos y parásitos en los países occidentales. Esto produce una reorientación del sistema inmunológico hacia un perfil alérgico.
Factores genéticos: las enfermedades alérgicas tienen una base genética que se multiplica generación tras generación. Así, si ningún miembro de la pareja es alérgico, el riesgo en la descendencia es del 20 %, y alcanza el 60% si los dos son alérgicos.
Cambio climático: El aumento de temperaturas anuales ha afectado a la distribución y estacionalidad de los pólenes. “Las altas temperaturas también han provocado que se alargue la presencia de insectos que producen reacciones alérgicas generalizadas como los himenópteros, principalmente abejas y avispas.
La contaminación: Esta particularidad, normalmente localizada en núcleos urbanos, ha demostrado que afecta al polen aumentando su capacidad de producir alergia. Además, la contaminación ejerce un papel irritante en la vía respiratoria, que empeora los síntomas de asma.